La Diosa: La energía femenina en la prehistoria.
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MI ENCUENTRO CON LA DIOSA
Cuando era pequeña, dos imágenes impactaron en mi interior y quedaron ahí para siempre. Una fue la venus de Willendorf y la otra la Diosa de las serpientes de Cnosos.
Pasaron los años y comencé a modelar. Sin ni siquiera pensarlo, de mis manos brotaban diosas como flores en primavera, yo misma me sorprendí de verme modelando incesantemente estas figuras femeninas de cuerpos poderosos y llenos de vida, así que intenté buscar información sobre ellas.
Tenía 20 años y me recurso principal eran las bibliotecas y los libros de arte, pero en ellos sólo se hablaba de su parte estética y muy brevemente, también es cierto que yo desconocía muchas cosas y no había oído hablar nunca ni de Marija Gimbutas ni de Joseph Campbell, por poner un ejemplo, ese tipo de información no circulaba en mi entorno en 1994. Así que seguí con la incógnita.
Poco después Internet comenzó a aparecer en nuestras vidas y pensé ¡ésta es la mía!
En la casilla del buscador escribí “diosas”. Y… ¿qué creéis que sucedió?
Todo un mundo de pornografía se abrió ante mí.
Mi desilusión fue tan grande que no insistí más, no sabía cómo tirar del hilo y de aquellas vivía perdida en el campo sin tecnología a mi alrededor y mi mente estaba en disfrutar de todo lo que me rodeaba y en vivir el momento.
Por supuesto seguí modelando diosas de diferentes estilos y tamaños, siempre ha sido mi figura preferida.
Siguió pasando el tiempo y algo sucedió, todas las incógnitas que guardaba en mi interior fueron viendo algo de luz. Se comenzaba a hablar de la “energía femenina”, reaparecían por todas partes círculos de mujeres, tradición ancestral duramente castigada y ocultada por el patriarcado, y se publicaban gran variedad de libros hablando sobre estos temas. No es que antes nada de esto no hubiera existido, sólo que existía de forma reducida y en grupos concretos.
Pero de repente se manifestó y además con fuerza. La energía femenina, la sexualidad sagrada, las doulas y las matronas reivindicando su lugar, el parto respetuoso reivindicando su lugar, la conexión con la naturaleza, la relación entre la mujer y la vida, las diosas prehistóricas… Por fin todo aparecía ante mí, por fin comprendía lo que llevaba en mi interior, lo que tantas personas llevamos en nuestro interior: el respeto, el amor y el cuidado de la vida y por supuesto, la muerte y la regeneración, el movimiento cíclico esa espiral que, al igual que la diosa, he repetido y repito una y otra vez en mis creaciones.
Todo esto en cierto modo cambió mi vida o simplemente le dio más sentido, se colocó una pieza del rompecabezas.
LA CULTURA DE LA DIOSA
Una vez encontré las fuentes de donde beber un mundo nuevo se abrió ante mí.
La historia que nos han enseñado ha sido escrita por hombres y eso nos da una visión parcial y limitada de lo que posiblemente sucediera en el pasado, aparte de que la interpretación de la historia y en concreto de la Prehistoria desde una mentalidad occidental, ya sea de hombre o mujer, y con miles de años de diferencia, siempre va a ser eso, una interpretación.
Una vez leí sobre un arqueólogo, de los primeros en hallar figuras de venus prehistóricas, que interpretó estas piezas como objetos sexuales, pornografía paleolítica vamos a decir.
Cuando leí aquello me dio entre risa y pena, de nuevo sucedía como cuando por primera vez busqué “diosas” en Internet.
Pero ahora por fin conocía a Marija Gimbutas y tenía en mis manos “El mito de la diosa” de Anne Baring y Jules Cashford y más libros y artículos que hablaban sobre esas pequeñas figuras de mujer a las que llamaban diosas pero que en absoluto tenían nada que ver con la imagen del dios patriarcal.
Así comienza ”El mito de la diosa»:
«Hace mucho tiempo, 20.000 años o más, apareció la imagen de la diosa sobre un amplio territorio, extendiéndose desde los Pirineos al lago Baikal de Siberia. Estatuas de piedra hueso y marfil, diminutas figuras de cuerpos largos y pechos caídos, redondeadas imágenes maternales cuyas formas abultadas anticipan el nacimiento, efigies con signos arañados en ellas -líneas, triángulos, zigzags, círculos, redes, hojas, espirales, agujeros-, elegantes formas que surgían de la roca, pintadas de ocre rojo, todo ello ha sobrevivido a través de las ignotas generaciones de seres humanos que compusieron la historia de la humanidad».
En Europa han sido halladas más de 130 de estas esculturas, apoyadas sobre rocas y sobre tierra, entre los huesos y herramientas de estos pueblos del Paleolítico y más de 30.000 distribuidas en más de 3.000 yacimientos del Neolítico europeo.
Las figuras representan cuerpos femeninos, ya sea refiriéndose a una mujer en particular o a todas en general; o bien representan a una mujer más allá de lo humano con características específicas que le dan un sentido ritual. Podían representar la vida vegetal o podían aparecer en forma de diversos animales con relación a ideas o conceptos determinados.
No se ha encontrado ninguna figura masculina de estas características y nos preguntamos el porqué se le da a estas estatuillas una dimensión ritual.
La interpretación dada en “El mito de la diosa” es la siguiente:
El misterio del cuerpo femenino es el misterio del nacimiento, que es también el misterio de lo no manifiesto convirtiéndose en manifiesto en la totalidad de la naturaleza. Esto trasciende con creces el cuerpo femenino y la mujer como soporte de esta imagen, pues el cuerpo de la hembra de cualquier especie nos conduce , a través del misterio del nacimiento, al misterio de la vida.
Para Gimbutas simboliza la Gran Madre, personifica la totalidad de la naturaleza, y contiene tanto la vida como la muerte.
La conexión con la vida en todos sus aspectos y con la naturaleza salvaje hizo que estos grupos humanos encontraran en la representación del cuerpo femenino el símbolo en el que todo se aunaba.
El ciclo menstrual está conectado con el ciclo lunar que nace y muere una y otra vez, el útero es la cueva en la que se gesta la vida, antes del parto brota agua de la mujer como fuente de vida ,el alumbramiento traía vida y a veces muerte y la sangre de la mujer es un principio vital y también la sangre puede ser muerte.
Los cuerpos de estas diosas eran abultados como un cuerpo antes de dar a luz
Las cuevas, grietas y cavernas se decoraban o embadurnaban totalmente de rojo.
También se modelaron y tallaron diosas con atributos animales, aumentando así su conexión con la naturaleza y sus cualidades y ciclos, como la regeneración de la serpiente al cambiar la piel o la transformación de la oruga en mariposa.
Durante el tiempo de la diosa lo importante era la VIDA y el cuidado de ella, animales, plantas y seres humanos.
La conexión con el entorno y con las fuerzas de la naturaleza que estas culturas tuvieron es difícil de imaginar y sentir desde nuestra realidad actual.
Cuando fui madre me di todavía más cuenta de lo poco que se valoran en nuestra sociedad las etapas más fundamentales de la vida: gestación, alumbramiento, crianza y en consecuencia a la infancia.
DESTRUCCIÓN DE LA CULTURA DE LA DIOSA
La cultura de la diosa fue desapareciendo paulatinamente con la llegada de tribus nómadas del este – la primera oleada de pueblos más tarde denominados indoeuropeos o arios, que no eran de hecho, ni indios ni europeos. Gimbutas los llama los pueblos kurgánicos (o pueblos del kurgan o túmulo) y sugiere que la zona de la que provenían se encontraba entre los ríos Dniéper y Volga.
Llevaban una vida predominantemente nómada, rendían culto a los dioses del cielo que blandían el rayo y el hacha, y montaban a caballo. De pronto el hacha de combate y el puñal aparecen en los emplazamientos de la vieja Europa y simultáneamente sucede algo que nos relata así Gimbutas:
Se truncaron tradiciones milenarias; ciudades y pueblos se desintegraron, desaparecieron piezas de cerámica magníficamente pintadas, al igual que santuarios, frescos, esculturas, símbolos e inscripciones. Se debilitó el gusto por la belleza y la sofisticación en el estilo y en la realización de piezas. Desapareció el uso de los colores brillantes en casi todos los territorios europeos, excepto en Grecia, las Cicladas y Creta, donde las tradiciones de la vieja Europa continuaron durante tres milenios más, hasta el 1500 a .C.
Así fue como poco a poco la diosa fue transformándose y cayendo en el olvido, aunque de alguna manera… siempre ha estado presente.
De nuevo nos lanzamos a la búsqueda de esa conexión con la energía creadora femenina, con esa energía de vida, muerte y regeneración esencia de nuestra Madre Tierra.
La naturaleza salvaje, exuberante
se desborda
fértil se reproduce
sensual majestuosa.
Verde, hojas
flores, frutos
semillas germinando por doquier.
Mujeres fértiles en tierra fértil.
Mujeres frutos cargados de semillas.
Mujeres y niños,
muchos niños y niñas como flores tiene el campo.
Niños semillas que germinaron.
Fragmento de “Naturaleza Salvaje” del libro de poemas “Los dioses me hicieron mujer” de Tatiana Rodríguez González
Te invito a que conozcas mi colección de piezas de diosas, una llave para conectar con esa energía al igual que se ha hecho desde los comienzos de la humanidad.